El lugar que ocupa la Catedral de Baeza cuenta con una historia que se remonta al siglo VII, cuando se convirtió en sede episcopal visigoda, posteriormente transformada en territorio musulmán y devuelta a los reinos cristianos tras la conquista de la ciudad por Fernando III el santo en el año 1227.
Fue en la Edad Media cuando acogió la lápida sepulcral de San Pedro Pascual, martirizado en Granada en el año 1300. Sus restos descansaron sobre la Puerta de Luna, aunque actualmente se encuentran en el interior del templo.
La Puerta de la Luna es uno de los elementos más antiguos del templo, con su característico arco polilobulado del siglo XIII. Sobre él, resalta el rosetón gótico del siglo XIV, uno de los pocos elementos que se mantuvieron tras el hundimiento que sufrió el templo en 1567.
Por ello, la reconstrucción fue encargada a Andrés de Vandelvira, que aportó su maestría para dar a la catedral la riqueza renacentista de la hace alarde en la actualidad.
La combinación de estilos mudéjar, gótico y renacentista permiten observar el paso del tiempo a través de sus muros, contando su historia desde cada uno de sus estilos arquitectónicos.